jueves, 15 de abril de 2010

Los profesionales

Cuatro mercenarios (Lee Marvin, Robert Ryan, Burt Lancaster y Woody Strode), cada uno de ellos expertos en una faceta concreta (un especialista en armas automáticas, un entendido en caballos, un dinamitero y un maestro del disparo con arco) son contratados por un magnate, Joe Grant (Ralph Bellamy) para rescatar a su bella esposa (Claudia Cardinale) , la cual ha sido secuestrada por el revolucionario mexicano Raza (Jack Palance) y sus hombres. Según se van internando en territorio mexicano para cumplir su misión, comienzan a descubrir que no todo es exactamente como les había explicado Grant... .

Este es el punto de partida de un sobresaliente western dirigido y guionizado por Richard Brooks (La gata sobre el tejado de zinc, El fuego y la palabra, Dulce pájaro de juventud, A sangre fría...) en lo que sería su primera incursión en el género, componiendo una obra heredera del género de aventuras pero contando a su vez con una profunda carga ideológica con el tema de las revoluciones de trasfondo.

Los profesionales es vista a menudo como una clara precursora del Grupo Salvaje de Sam Peckinpah, con la que comparte varios puntos en común. Y es que aquí también se habla de unos hombres duros, ya descreídos, que sólo les motiva el dinero y que son incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos. Todo esto rodeado de ese poso de amargura que sería tan característico en la obra del llamado Bloody Sam.

En resumen, dos horas de espléndido entretenimiento marcadas por unas magníficas interpretaciones (destacando especialmente el cínico y mujeriego personaje interpretado por Burt Lancaster), la acción constante y sobre todo, por unos diálogos legendarios, como la grandiosa escena del duelo en las montañas entre el mismo Lancaster y Jack Palance (Nos quedamos porque tenemos fe. Nos marchamos porque nos desengañamos. Volvemos porque nos sentimos perdidos. Morimos porque es inevitable...)


Ficha en imbd
 
Crítica en FilmAffinity
 
Recopilación de frases de Los Profesionales

Entrar en casa justificado


Enorme diálogo entre Randolph Scott y Joel McCrea sobre la dignidad, el honor y el orgullo, perteneciente a la película de Sam Peckinpah Duelo en Alta Sierra (Ride the High Country, 1962)

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miércoles, 14 de abril de 2010

My darling Clementine (Pasión de los fuertes)


En 1939 John Ford había cosechado gran éxito con su primer western sonoro. La diligencia había obtenido dos oscars de la academia, lo que le daba al western la consideración de género mayor y había consagrado al joven y desconocido actor John Wayne como una estrella. A partir de entonces vendría el periodo más exitoso en la vida del director, consiguiendo nada menos que dos oscars consecutivos a la mejor dirección por las películas Las uvas de la ira y Qué verde era mi valle, obteniendo cada una de ellas dos y cinco estatuillas respectivamente.
Fue entonces cuando en 1946, tras la finalización de la Gran Guerra, y tras dirigir el drama bélico No eran imprescindibles , John Ford decidía volver al western.
Lo hizo adaptando el histórico y legendario suceso de Ok Corral, un hecho que conocía de primera mano, pues al parecer era una historia que Ford había escuchado en repetidas ocasiones de la voz del mismísimo Wyatt Earp en persona, al que había conocido en los tiempos en que había trabajado para la Universal.
A diferencia de las posteriores versiones cinematográficas sobre el famoso tiroteo, aquí Ford deja de lado esa parte de la historia para retomarla tan sólo a final del metraje y se centra en los personajes, encuadrándolos dentro de una historia de amor, la de la cantante Chihuahua (Linda Darnell) por Holliday y la de Earp por la frágil Clementine (Cathy Downs).
De un lado tenemos a Wyatt Earp, interpretado magistralmente por Henry Fonda, (aquí se entiende perfectamente la definición que hizo John Ford sobre el cine: Henry Fonda andando) un tipo siempre sereno, inteligente y duro en los momentos oportunos, pero que a la vez tiembla de miedo al sacar a bailar a la dama de la cual está enamorado.
Por el otro lado, Doc Hollyday, al que da vida el sorprendente Victor Mature, un actor inexpresivo por naturaleza, pero que logra crear un personaje creíble, atormentado y autodestructivo, que impone su ley a base de revólver, pero que la vez es capaz de emocionarse hasta la médula cuando escucha recitar a Shakespeare.
Destacan entre los secundarios sobre todo Walter Brenann, en un papel totalmente opuesto al del viejo tullido Stumpy en Río Bravo. Aquí es un tipo cruel, despiadado, que no duda incluso en golpear a sus hijos con un látigo. También es reseñable la presencia de Ward Bond, otro habitual del cine de Ford, en un papel algo menor interpretando a Morgan Earp.
También como si fuera otro personaje, se erige la ciudad de Tomsbtone, un lugar en el que uno uno no puede afeitarse o jugar tranquilamente una partida de póker sin que le vuelen la cabeza, y que con la llegada de los hermanos Earp se va convirtiendo en un lugar más apacible y civilizado.
Así Ford fabrica una obra que combina humor, drama, lirismo y romanticismo, con enormes diálogos, llena de momentos memorables (Wyatt Earp meciéndose en su silla, la obra de teatro en Tomsbtone, el diálogo entre Wyatt Earp y el camarero...) elementos siempre presentes en su cine, envuelto todo de una aparente sencillez que alcanza un grado de poesía que otros directores nunca lograrán por que más que lo intenten, obteniendo tan sólo un pretencioso artificio.

Ficha en imbd

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