viernes, 20 de enero de 2012

The Searchers (Centauros del desierto)




What makes a man to wander?
What makes a man to roam?
What makes a man leave bed and board,
and turn his back on home? 

Con estos versos de la canción "The Searchers" de Stan Jones (interpretada por "The Sons of the Pioneers"), comienza Centauros del desierto, western dirigido por John Ford en 1956 y basada en la novela de Alan Le May. La letra de la canción nos da una pista de lo que acontecerá a continuación, cuando en una hermosa y legendaria escena inicial se abre una puerta y se divisa en el horizonte la imponente figura de Ethan Edwards, "uncle Ethan" (John Wayne), quien regresa a casa tres años después de finalizar la Guerra Civil Americana. Estamos en Texas, año 1868 y poco sabemos del enigmático Ethan, un tipo hosco y solitario al que se le adivina cierto pasado con la mujer de su hermano.


Tras la vuelta de Ethan, un repentino ataque de un grupo de comanches acabará con la muerte de todos los miembros de su familia a excepción de una de sus sobrinas, que es raptada. A partir de entonces, la búsqueda de la pequeña Debbie (Natalie Wood) junto al joven Martin Pawley, un mestizo adoptado (Jeffrey Hunter) se convertirá en la obsesión de Ethan, quien combatirá al frío, la desesperanza y la fatiga durante más de catorce años sin cejar un instante en su objetivo.


"Centauros" es considerado habitualmente como el mejor western de John Ford junto a El hombre que mató a Liberty Valance, aunque quizás no siendo una película tan redonda como esta última. Las bondades de la cinta residen sobre todo en la interpretación de John Wayne (quizás la mejor de su carrera), dando vida a un personaje complejo, desarraigado y lleno de odio (sus miradas lo dicen todo) y en la belleza de las imágenes, donde tenemos que valorar la labor fotográfica de Walter C. Hoch. Como siempre, la maestría de Ford se dejan notar en esas escenas ausentes de diálogo en que la mirada y los gestos son más que suficientes. El guión corrió a cargo de Frank S. Nugent quien había colaborado cuatro años antes en El hombre tranquilo y la música fue labor del excelente compositor Max Steiner. Como siempre, Ford se rodeó de su grupo de incondicionales secundarios, entre los que destacan los ya habituales Ward Bond y Hank Worden. 


La película, pese a cosechar un importante éxito comercial no obtuvo ninguna nominación para los Oscars. En 2008, el American Film Institute publicó una lista de los diez mejores westerns de todos los tiempos, en la que el filme ocupaba el primer puesto.



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